miércoles, 7 de mayo de 2008

MIS PRIMEROS 300 KILÓMETROS


A pesar de las canas y de un cuerpo enjuto y moldeado por las sillas de oficina, he decidido romper con las cadenas del destino y ponerme unas plumas. Sí, unas plumas de indio, de esas de colores en las que se puede leer en la distancia “Finding neverland”. De alguna manera, el efecto no se ha demorado en hacerse presente, en manifestarse y, efectivamente, me siento más atento, más vivo, más enérgico. He pasado de dejar, permitir ser trasladado a trasladarme. Es mi primer vehículo, y aunque no me permite recorrer largas distancias, soy capaz de cruzar Madrid de cabo a rabo. Mi nueva compañera con sus 125cc me habilita unas alas nuevas. También, algo de emoción perdida (un tobogán para el stress en realidad) pero una delicia para romper las largas esperas introduciendo algo de adrenalina a este acomodado hombre de oficina redondo, achatado y enjuto por la rutina.

La carretera toma forma bajo mis pies, y rasco el asfalto sintiendo sus diversas texturas; los cambios de rasantes, o sus múltiples aberraciones. El aire me golpea el pecho y me mantiene alerta. Percibo una gran diferencia al respirar el aire de una calle arbolada o una carretera seca y árida. Las manos se me agrietan por el frío de la mañana pero me gusta, me siento vivo. Veo peligros y siento la fragilidad en la ligereza de unos hierros que se mueven rápido, pero aún así, con esas, merece la pena. Merece la pena romper con lo predispuesto. Merece la pena correr riesgos cuando necesitas cambios. Merece la pena desear cambiar tu vida y hacerlo.

1 comentario:

Peter Pan dijo...

¿te has comprado una moto? jooo que tio :P
Enhorabuena !! y besos a tod@s los compis de Amex